sábado, 24 de abril de 2010

The Lady of the rings

Aún siento el cansancio del vuelo. Ayer apenas terminé mi trabajo fuí al hotel a darme una ducha y ni siquiera pude cumplir con ese propósito, me desplomé en la cama y con pena pude levantarme para saciar mi apetito y comunicarme con Kiá. Para ese entonces corría casi la medianoche.

Como siempre suelo hacer, lo primero que hago cuando estoy lejos de casa es tratar de ver si está Kiá conectada y además ver si ha escrito algo en su bló. Esta es una buena manera de enterarme como está la temperatura ambiente y por sobre todas las cosas me divierte muchísimo lo que dice y como lo dice. Resulta que Kiá es muy ocurrente, no solo para hablar sino para actuar. En esta oportunidad me entero que ha comprado un par de anillos (de compromiso!) para compensar mi falta de comunicación con su deseo de tener noticias mías. El asunto es que se los ha comprado con un dinero que yo dejé para pagar la cuota del carro. Es más, hace minutos acabo de hablar con ella y no me quiere decir lo que ha gastado para reponer ese dinero y así pagar la bendita cuota.

Menudo problema, y soy literal en esto, porque la verdad me ha caído de maravillas. Primero porque hace unos días atrás tuvimos una pequeña discusión relativa al anillo de compromiso que ella lucía (hasta el día de ayer) de su marido anterior y me acusaba de no haberme dado cuenta y que por esa razón yo evidenciaba poco amor hacia ella. En fin, parece que quiso redimirse de ésa, pero este no es el punto. Lo que realmente me importa son sus demostraciones, cada día mas, que ella está conmigo y por otro lado: podrán embargarme el carro pero nunca el amor que hay entre nosotros.

Estoy en el ómnibus viajando a Mardel, y me queda la noche por delante. Allí veré a mi hija. Hubiera sido ideal llevármela a algún lado para estar juntos pero otros asuntos de orden monetario me sugieren dar un paso por la ciudad. De paso veré si hay mas trastes para llevar a casa, ahora que tengo una y por lo visto para largo.

Acabo de perder la tecla “S” de mi laptop en mi afán de arreglarla. Ahora funciona bien pero he perdido el plastiquito de la tecla. Que pedazo de boludo!, La retiré de la venta por el viaje y ahora me la voy a tener que meter en el tujes.

Nada, como le digo a Kiá: “yo tengo una suerte para la desgracia”, pero también le digo que tiene que ser el precio de la fortuna que he tenido al encontrarme con ella. Karma? Que se yo, ya no se que creer. También decía ( y lo sabia!) hace un tiempo (y no soy el único) que no quería saber nada de compromisos y ahora…

Ahora voy a dejar de escribir y me pondré a pensar en los anillos mios y no precisamente para convertirme en The Lord of the rings.


1 comentario:

  1. Si hay algo que tú jamás has tenido es mala suerte. De hecho, tú naciste con la flor entre el culo ¡eres una de las personas más dichosas que conozco y no puedo creer que no te das cuenta! (y hablando del culo, todavía me estoy riendo del meterte la laptop en el tujes JAJAJAJAJAJAJA!!!!). Quizás te estás confundiendo a con Guido, que no pega una ni con coquí.

    En fin, que hoy le decía al amigo mío que pasó la tarde conmigo y me acompañó a la óptica (por cierto, no te he contado eso) que tú eres el primer hombre que tengo que no me trae pérdidas.

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