No es casualidad que todo sea de un tono más oscuro de lo habitual. Es domingo y debo partir de aquí.
El ocaso se hace presente en magna actitud, inquietantemente opaco y ciertamente gris. Solo algunos huecos de un tenue magenta resignan su luz para dar lugar a la noche. Las luces de mercurio asoman debilmente como pequeños astros en un estático vuelo rasante. El rocío aporta un tono blanquecino a la escena que de compasiva no tiene nada al sentir como microscópicas estocadas la crueldad del clima de la costa atlántica.
Se hace la hora de cenar, debo hacer el bolso, cenar luego en lo de mi hermana y más tarde viajar.
...Qué duros se hacen los inviernos al partir de acá.....
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